Ciudad del Vaticano.– La Iglesia Católica tiene un nuevo líder espiritual. El cardenal estadounidense Roberto Francisco Prevost fue elegido este jueves como Papa y asumió el nombre de León XIV, convirtiéndose en el primer pontífice nacido en Estados Unidos. Su elección marca un momento histórico para la Iglesia, tanto por su nacionalidad como por su trayectoria pastoral en América Latina.
Nacido en Chicago en 1955, León XIV proviene de una familia católica de raíces obreras. Es hijo de Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y de Mildred Martínez, de ascendencia española. Tiene dos hermanos Louis Martín y John Joseph.
Formado inicialmente en el Seminario Menor de los Padres Agustinos, se graduó en 1973. Posteriormente cursó estudios en la Universidad Villanova, donde obtuvo una licenciatura en Ciencias Matemáticas y Filosofía. Más adelante, completó una maestría en Divinidad con mención en Misión Intercultural en la Catholic Theological Union de Chicago, antes de trasladarse a Roma para doctorarse en Derecho Canónico en la Universidad Angelicum.
Ordenado sacerdote en 1982, León XIV comenzó su ministerio en las periferias, ejerciendo como misionero en la región de Chulucanas, al norte de Perú. Allí se destacó por su cercanía pastoral, defensa de los derechos humanos y formación de comunidades, perfil que le granjeó respeto tanto en América Latina como en el Vaticano.
Desde 2023, ejercía como prefecto del Dicasterio para los Obispos, un cargo clave en la estructura de poder vaticana, donde se convirtió en uno de los principales asesores del Papa Francisco en la designación de obispos a nivel mundial.
Políglota habla español, italiano, francés, portugués, y lee latín y alemán, León XIV es descrito como un líder sobrio, de perfil discreto pero con fuerte influencia eclesial. Su estilo pastoral, antes que político, ha sido bien valorado por los cardenales electores.
Sin embargo, su trayectoria no está exenta de controversias. Durante su misión en Perú, fue cuestionado mediáticamente por presunto encubrimiento en casos de abusos dentro de su diócesis, aunque no enfrenta cargos formales. Esta situación generó debates dentro del cónclave, especialmente en un contexto en que la “tolerancia cero” frente a los abusos clericales es una exigencia central.
Pese a ello, su elección refleja una apuesta por una Iglesia conectada con las realidades sociales del continente americano, sin perder la firmeza doctrinal que caracteriza a la formación romana.
La elección de León XIV supone también un puente entre el norte y el sur del continente, entre la estructura vaticana y la experiencia misionera, en un momento en que la Iglesia busca renovarse sin romper con su tradición.
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